miércoles, 1 de septiembre de 2010

De nuevo la censura


Resulta curioso, o al menos es una extraña e inquietante coincidencia, que antes de las vacaciones mi última entrada se refería a la censura a propósito de unas imágenes del artista ruso Alexander Kosolapov y hoy, a la vuelta de las vacaciones, me encuentro que el blog del escritor Juan Francisco Ferré, para poder acceder a él, previamente hay que superar una advertencia de seguridad sobre los contenidos calificados de ofensivos o pornográficos, no lo sé, la verdad es que no le he prestado mucha atención, y todo se debe al cuadro pintado en 1866 El origen del mundo por el pintor francés Gustave Coubert. El propio Juan Francisco sugiere que la censura no solo ha sido motivada por la imagen sino también por sus comentarios sobre el cuadro pero en cualquier caso me resulta preocupante que estas cosas sigan pasando. No sé porque parece que en el siglo XIX la censura que sufrió el cuadro era más normal y hasta en cierta forma justificada debido a la novedad que me imagino suponían este tipo de imágenes pero que 144 años después, cuando ya se han grabado películas porno en 3D, siga sucediendo no lo entiendo. Por eso no me resisto a divulgarla. También dejo el enlace del blog censurado parcialmente y la entrada en la wiki donde se pueden ver más cuadros de Coubert.


P.D.: Me acabo de dar cuenta de que he colgado la imagen de este increíble cuadro y no he hecho ningún comentario sobre él, sólo sobre la censura que ha sufrido, y he pensado que quizá lo más escandaloso del cuadro, o lo que más sorprende, es el título. Lo que les debe aterrar a los que pretenden que no se difunda esta imagen es que sugiere que todos, ellos también, para estar vivos hemos tenido que pasar por esa puerta tan fantástica y misteriosa que nos conduce al mundo, su origen. Esa veneración recuerda a la que se intuye en las Venus prehistóricas y por supuesto supone colocar a la mujer y su capacidad de crear vida en un lugar central y prioritario. Por eso creo que no se identifica a la mujer para facilitar la idealización y el símbolo, o también puede ser por pudor claro.