
Y últimamente nos ha sorprendido a todos la fantástica historia de Wikileaks y Julian Assange donde de nuevo podemos constatar la ominosa evidencia de la que hablaba antes. Nos cuentan una cosa pero en realidad hacen otra, nos mienten descaradamente y Julian ha conseguido desenmascararles, en esta ocasión han sido los cables del departamento de estado de Estados Unidos pero está claro que esas filtraciones ponen en evidencia no solo a EEUU sino a todo el sistema porque es así cómo funciona todo. Así es el mundo en el que vivimos. En este caso el título podría ser “la definitiva evidencia de una ominosa realidad” ¿Y que hacemos al respecto? Nos quedamos tan tranquilos. Hay alguno que incluso dice que es necesario que nos mientan para que el mundo funcione, que sin esas mentiras el mundo sería peor de lo que es ahora, que esas mentiras evitan guerras. ¿En serio lo creen? No se dan cuenta que esas mentiras son necesarias para tapar otras mentiras y que lo que se pretende es erradicar todas las mentiras. Sin duda una utopía. Pero no todo está perdido, entre tanta mentira y el individualismo consagrado como la única opción válida para subsistir surge Anonymous un grupo de gente que ha decido hacer algo desde el anonimato, ya no sirven las jerarquías, los iconos son cosa del pasado, han decidido defender a Julian del acoso de los poderosos que han sido descubiertos en su juego sucio, un grupo con una estructura horizontal que solamente existe en Internet, en las redes sociales, y en definitiva en un mundo virtual. Han descubierto lo que podemos hacer para defendernos del abuso al que estamos sometidos en el mundo real a través del mundo virtual. El mundo virtual de momento se escapa a su control, es el reducto de verdadera libertad que aún nos queda. ¿Durante cuanto tiempo? Podríamos preguntarle a Ángeles González-Sinde, que nos contara lo que le dicen desde Estados Unidos, las presiones que recibe para que en España tengamos una ley que tranquilice a los más poderosos, que evite que alguien les pueda cuestionar y por tanto que ponga en peligro su privilegiada situación. Hay que aprovechar la ocasión y disfrutar de esa libertad mientras dure agitando las conciencias dormidas.