lunes, 10 de enero de 2011

La obsolescencia programada u otra ominosa constatación


Acabo de ver el documental "Comprar, tirar, comprar" y creo que merece la pena reseñarlo, no solo por lo interesante que es en sí mismo sino también por su clara relación con el anterior post y como nueva evidencia de esa sospecha-certeza de la que hablaba: nos engañan. Y lo más importante no es eso (que nos engañen) sino que mientras nos engañan están acabando con el único planeta del que disponemos. Cada vez más claramente el sistema actual de producción y consumo ilimitado no se puede sostener. Como resumen del documental para aquellos que no tengan tiempo de verlo diré que la obsolescencia programada consiste en que el fabricante decide el momento en que su producto deja de funcionar y debe ser reemplazado por uno nuevo. Se muestran varios ejemplos como el de las bombillas que duran 1000 horas cuando podían durar 2500 o más o las impresoras que incorporan un chip con un contador de copias y cuando llegan al tope marcado muestran un mensaje de avería. Muestran casos curiosos como el de una bombilla que lleva luciendo desde 1901 (increíble pero cierto) y del feliz centenario que se celebró en su honor.
Este sistema de la obsolescencia programada en el siglo pasado a propiciado el crecimiento y el desarrollo de la sociedad y se ha extendido a la práctica totalidad de lo que consumimos simplemente como el deseo y casi la necesidad de disponer de la novedad, del último modelo y desechar lo viejo aunque siga funcionando. Pero, como dicen en el documental, para crecer infinitamente sería necesario disponer de recursos infinitos y, obviamente, no es el caso. Alguien cita a Gandhi que decía algo así como que el mundo es lo suficientemente grande para satisfacer las necesidades de todos pero demasiado pequeño para la avaricia de algunos.
Al hilo de todo esto he recordado a Richard Buckinster Fuller, el inventor de la cúpula geodésica, y del que para él era uno de los inventos más geniales de la humanidad: el barco de vela, porque trasportaba mercancías y personas sin consumir energía y sin dejar ningún rastro contaminante en la naturaleza y hoy prácticamente en desuso. Creo que fue un visionario y desgraciadamente sus inventos han tenido escaso éxito comercial aunque conceptos como vivienda sostenible, ahora tan en boga, ya fueron planteados por él a principios del siglo pasado. Durante su vida, Fuller buscó respuesta a la pregunta "¿Tiene la humanidad una posibilidad de sobrevivir final y exitosamente en el planeta Tierra y, sí es así, cómo?". Dedicó su vida a ello y ésta sigue siendo la respuesta que hay que contestar.