domingo, 26 de diciembre de 2010

La revolución anónima

Hace unos días leía un artículo en El País de Joseph E. Stiglitz (Premio Nóbel de economía en 2001) titulado “Justicia para algunos” y pensé en un post para este blog titulado “la enésima constatación de una ominosa evidencia”. Me explico. Stiglitz habla del problema de las hipotecas en EEUU y denuncia la injusticia que se está produciendo en ese país debido a la gran cantidad de desahucios que se están produciendo y recuerda que “…el estado de derecho debe proteger a los débiles frente a los fuertes y velar por que todos reciban un trato equitativo…” cosa que no está ocurriendo porque según él ha habido varios casos en los que se está desposeyendo de sus casas a gente que no tenía deudas. A continuación explica que esto ha sido posible, entre otras cosas, porque “…cuando resultó claro que había quiénes no podía pagar lo que debían, las reglas del juego cambiaron. Se modificó la legislación sobre quiebras para introducir un nuevo sistema…” Obviamente este nuevo sistema beneficia más a los bancos que a los hipotecados en lo que ha llegado a denominarse “corrupción al estilo americano” porque “…no es a los jueces particulares a los que se compra, sino las leyes mismas, mediante contribuciones a las campañas y haciendo lobby…” Y esto es para mi la enésima constatación de que el mundo se rige por los intereses de unos pocos y que ni mucho menos vivimos en un mundo donde predomine el ideal de justicia y libertad general para todos, esto no es sino una bonita mentira que nos cuentan los que están en el poder para seguir lucrándose a nuestra costa. Nos engañan todos los días, lo sospechaba y no puedo dejar de martirizarme cruelmente imaginándome a uno de estos poderosos en el sillón de su despacho cómodamente recostado riéndose a carcajadas de lo bien que lo hace él y de lo bien que lo hacemos los demás sirviéndoles para sus propósitos particulares.
Y últimamente nos ha sorprendido a todos la fantástica historia de Wikileaks y Julian Assange donde de nuevo podemos constatar la ominosa evidencia de la que hablaba antes. Nos cuentan una cosa pero en realidad hacen otra, nos mienten descaradamente y Julian ha conseguido desenmascararles, en esta ocasión han sido los cables del departamento de estado de Estados Unidos pero está claro que esas filtraciones ponen en evidencia no solo a EEUU sino a todo el sistema porque es así cómo funciona todo. Así es el mundo en el que vivimos. En este caso el título podría ser “la definitiva evidencia de una ominosa realidad” ¿Y que hacemos al respecto? Nos quedamos tan tranquilos. Hay alguno que incluso dice que es necesario que nos mientan para que el mundo funcione, que sin esas mentiras el mundo sería peor de lo que es ahora, que esas mentiras evitan guerras. ¿En serio lo creen? No se dan cuenta que esas mentiras son necesarias para tapar otras mentiras y que lo que se pretende es erradicar todas las mentiras. Sin duda una utopía. Pero no todo está perdido, entre tanta mentira y el individualismo consagrado como la única opción válida para subsistir surge Anonymous un grupo de gente que ha decido hacer algo desde el anonimato, ya no sirven las jerarquías, los iconos son cosa del pasado, han decidido defender a Julian del acoso de los poderosos que han sido descubiertos en su juego sucio, un grupo con una estructura horizontal que solamente existe en Internet, en las redes sociales, y en definitiva en un mundo virtual. Han descubierto lo que podemos hacer para defendernos del abuso al que estamos sometidos en el mundo real a través del mundo virtual. El mundo virtual de momento se escapa a su control, es el reducto de verdadera libertad que aún nos queda. ¿Durante cuanto tiempo? Podríamos preguntarle a Ángeles González-Sinde, que nos contara lo que le dicen desde Estados Unidos, las presiones que recibe para que en España tengamos una ley que tranquilice a los más poderosos, que evite que alguien les pueda cuestionar y por tanto que ponga en peligro su privilegiada situación. Hay que aprovechar la ocasión y disfrutar de esa libertad mientras dure agitando las conciencias dormidas.