viernes, 18 de marzo de 2011

Pesimismo inevitable

Esta noche la ciudad libia de Bengasi espera la llegada de las tropas de Gadafi y éste ha advertido que no tendrá piedad con los rebeldes que no se rindan, es decir, se los piensa cargar. Lo ha dicho por la radio y por la televisión sin ningún pudor, está proclamando a los cuatro vientos que pretende cometer asesinatos indiscriminados ¿…?
Y a pesar de que, en general, todo el mundo condena las acciones de este trastornado, de este psicópata, la ONU, la OTAN, la Liga Árabe y la Unión Europea, no se deciden a hacer nada, encuentran problemas “legales” que les impiden pasar a la acción y mientras tanto este señor se ha pensado que Libia entera y los libios le pertenecen y previsiblemente alcanzará la victoria sobre las tropas rebeldes que han recogido las ansias de libertad de la gente, harta de la miseria y de la crónica imposibilidad de prosperar.
Desespera pensar que problemas legales permitan cometer una evidente, injusta y cruel ilegalidad, que esta noche en Bengasi unos pocos valientes en situación precaria estén dispuestos a dar su vida por la posibilidad de una vida mejor y mientras tanto el mundo les compadecemos impasibles ¿por qué algo que es obvio para la gente de a pie se convierte en algo tan complicado? Es irónico que el poder de Gadafi, lo que le hace temible, sea precisamente las armas que le vendieron los que ahora se piensan si atacarle o no, y ahora tienen la posibilidad de enmendar el error y resarcir a toda esa gente que han estado padeciendo a Gadafi y a sus hijos durante tanto tiempo y que si nadie lo remedia los tendrán que seguir padeciendo por más tiempo, pero me temo que vamos a defraudarles.
El pesimismo se hace inevitable, da igual hacia donde se dirija la mirada, hace unos días nos enterábamos de la clausura de tres centros de día para discapacitados en Madrid, un grave perjuicio para unas personas que muy pocas opciones, en el otro lado del mundo, en Japón están al borde de la tragedia atómica, por cierto, ahora resulta que la posibilidad de un terremoto de grado nueve seguido de un tsunami no es tan despreciable. Sin duda el mundo podría ser peor pero ya sería demasiado. Y para no terminar tan desanimado y abatido merece la pena reseñar el referéndum que los islandeses han conseguido imponer para no dejarse robar, ciertamente, y decir no, no a la estafa y la usura, han conseguido que por una vez no ganen los de siempre, los que manejan los hilos y se ríen a carcajadas recostados en sus maravillosos sillones de dirección, ¡bravo!